Sgúen etsduios raleziaods por la Uivenrsdiad ignlsea de Cmdibrage... Así comienza un viral clásico que dice que somos capaces de leer cualquier palabra con las letras desordenadas siempre y cuando la primera y la última estén en su sitio. La cuestión es que no es cierto, pero entonces ¿Por qué funciona?
Hay decenas de variedades de este viral que lleva en circulación más de 15 años. Algunas aseguran que si eres capaz de leer el texto, es porque tienes una inteligencia superior a la media. No faltan las que añaden la coletilla de que solo una de cada 100 personas es capaz de leerlo. A la gente le gusta sentirse especial, pero no importa cuál sea la variante. Todas son falsas. El texto original (incorrecto también) dice lo siguiente:
Sgúen etsduios raleziaods por la Uivenrsdiad ignlsea de Cmdibrage, no ipmotra el odren en el que las ltears etsén ersciats, la úicna csoa ipormtnate es que la pmrirea y la útlima ltera esétn ecsritas en la psiócion cocrreta. El retso peuden etsar ttaolmntee doaerdsendo y aún pordás lerelo sin pobrleams, pquore no lemeos cada ltera en sí msima snio cdaa paalbra etenra.
O sea:
Según estudios realizados por la Universidad inglesa de Cambridge, no importa el orden el el que las letras estén escritas, la única cosa importante es que la primera y la última letra estén escritas en la posición correcta. El resto pueden estar totalmente desordenado y aún podrás leerlo sin problemas, porque no leemos cada letra en sí misma sino cada palabra entera.
El bulo es tan veterano que hasta se ha acuñado el término tipoglucemia (que no existe) para referirse a esta supuesta habilidad extraordinaria para leer textos con palabras desordenadas. En septiembre de 2003, poco después de la explosión del viral, un periodista se puso en contacto con la Universidad de Cambridge para tratar de recabar información sobre el estudio en el que se basa. Nadie en la prestigiosa universidad había publicado ningún estudio semejante, ni en el departamento de psicología experimental, ni el de ciencias cognitivas, ni en el Centro del Habla y el Lenguaje. Algo comienza a oler mal.
A Matt Davis, científico del departamento de Ciencias Cognitivas y del Cerebro, le pico la curiosidad por averiguar de dónde procedía el famoso viral y se puso a tirar del hilo. Sus pesquisas le llevaron hasta el Doctor Graham Rawlinson. En 1976, Rawlinson escribió su tesis doctoral precisamente sobre cómo influye el desorden de las letras en los procesos cognitivos de reconocimiento de palabras.
Rawlinson constataba que las personas somos capaces de leer palabras con las letras cambiadas hasta cierto punto si la primera y última letra se mantienen en su posición, pero la razón no es que leamos cada palabra como un todo, y el alcance de esa habilidad es mucho más limitado de lo que el viral da a entender. Si no lo crees, trata de leer esto:
Cdunao la myaor patre de la gtnee ceíra en un uvsienro eaemntsecnile ectátiso e inmoivl, la pgnteura de si etse tinea, o no, un piiipcnro era rmltaneee una ciuetósn de ccaeartr msetacfíio o tcíoogleo. Se paoídn eilxpacr ilatemnuge bein tados las obeneosiarvcs ttano con la tíeroa que el uisrnevo spemire hiaba eidistxo, cmoo con la troiea que haiba sdio ptuseo en fonntmiaiecuno en un detmrdinaeo tmiepo fitino, de tal fmora que prreeiaca cmoo si hirbuea eidtxsio ddese sirepme.
¿A que ya no es tan sencillo? Esta es la su versión original:
Cuando la mayor parte de la gente creía en un universo esencialmente estático e inmóvil, la pregunta de si éste tenía, o no, un principio era realmente una cuestión de carácter metafísico o teológico. Se podían explicar igualmente bien todas las observaciones tanto con la teoría que el universo siempre había existido, como con la teoría que había sido puesto en funcionamiento en un determinado tiempo finito, de tal forma que pareciera como si hubiera existido desde siempre.
Se trata de un breve fragmento de Historia del Tiempo, de Stephen Hawking, y sirve para ilustrar que el texto original del viral tiene trucos, en plural, que explican por qué es tan sencillo de leer.